Murcia
Murcia fue levantada de nueva planta por orden de Abd alRahman II. Alcanzó su época de esplendor en tiempos de Ibn Mardanis (el Rey Lobo) y del caudillo Ibn Hud, conocidos por su fuerte oposición a los almohades.
Los únicos restos de este pasado que quedan en pie en la ciudad son los del Palacio Nuevo de Santa Clara, magnífico ejemplo para entender la transición del arte almohade al nazarí.
En las afueras de la ciudad se conservan el Castillejo de Monteagudo, que según algunas crónicas fue residencia del Rey Lobo y los restos de un granero o almacén de la misma época conocidos como el Castillo de Monteagudo.
Según el geógrafo al-Idrisi así era Murcia en el siglo XII:
"Murcia, capital del país de Tudmir, está situada en una llanura sobre los bordes del río Blanco. De ella depende un arrabal floreciente y bien poblado que, así como la villa, está rodeado de murallas y de fortificaciones muy sólidas. Este arrabal está atravesado por dos corrientes de agua. En cuanto a la villa, esta edificada sobre una de las orillas del río, llegándose a ella por medio de un puente de barcas. Hay molinos construidos sobre navíos, como los molinos de Zaragoza, que pueden transportarse de lugar, y muchos jardines, huertos, tierras de labor y viñas mezcladas de higueras. De esta villa dependen buenos castillos, fuertes, villas importantes y distritos de una belleza incomparable."